Hoy decidí ir haciendo sitio en mi habitación, para cuando la cuna, y la ropita de mi “heredera”... y para ello tenía que ir sacando cajas de los estantes. Tengo un estante junto a la ventana de mi habitación, con 10 cajas de esas forradas con papel de regalo (todas iguales) como si fueran cajoneras y cada una de ellas llena de recuerdos... sobre todo cartas de incluso mis 13 o 14 años. Así que se me ha ocurrido envasarlas bien en otras cajas normales, etiquetarlas y bajar todo al trastero, donde he puesto unos estantes metálicos que me garantizan que no les llegará nunca la humedad de cuando se lava el garaje y en las paredes, pues nunca la hubo. El caso es que mientras iba reclasificando y mirando (imposible resistirme) he topado con los recuerdos más recientes. Tarjetitas de ramos de flores, un peluche del tamaño de una naranja, postales navideñas... y alguna que otra declaración de amor (que una también ha roto algún corazón, sin querer). El caso es que topé con la carta que me enviaba el que ha sido mi mejor amigo hasta hace poco. En su día me pidió salir, yo le dije que no, el me pidió que le dejara intentarlo, y al cabo de 3 meses entendí que no nacía en mí el “feeling” que debía tener, y tuve que romper la “relación”. Y digo que fue mi mejor amigo, el que sabía todo de mí, el que yo trataba de ayudar siempre... Mientras salí con mi ex, siempre estuvo ahí, y yo oía sus problemas familiares. A él le confié todo cuando con mi ex todo salió mal y a él le falló una relación que tuvo. Era tal la confianza que el año que no me felicitó por mi cumpleaños, intuí que su madre (con cáncer) o había fallecido o estaba muy mal. El caso es que cuando le confié que con el que hoy es mi marido la cosa iba como la seda y que ya me quedaba aquí y que me olía una boda temprana... algo cambió. Cesaron los email, los períodos entre llamadas se alargaron, y las mismas llamadas se hicieron menos divertidas y más silenciosas... Al poco empezó una relación nueva (que parece ir como la seda, según he juzgado hace un par de semanas)... y esa amistad fue desapareciendo. No quise mostrárselo, me parecería egoísta, pero al principio me sentí algo decepcionada (¡que mala!!). Y aún así, que contradicción, me alegro mucho de que sea feliz, él merecía una mujer que lo valorara en todo lo que él vale (y vale mucho) y a ella se la nota colgadísima. A veces quedamos para cenar, 3 parejas... y ya no es igual. Supongo que es ley de vida... ¿Es normal, no amigos???.
La cuestión es que al leer un poema creado por él, que traía aquella carta, recordé mi sorpresa al ver que a pesar de mi rechazo, seguía estando cerca, seguía siendo mi amigo.
La cuestión es que al leer un poema creado por él, que traía aquella carta, recordé mi sorpresa al ver que a pesar de mi rechazo, seguía estando cerca, seguía siendo mi amigo.
“Te has alejado.
Tu beso en mi mejilla,
ha desplegado sus aromas al viento
y los días se suceden de agrietados suspiros.
Una imagen,
eso eras en la corta distancia que nos separaba,
una sombra entre luces en el horizonte de mis sentimientos.
Me pesa tu nombre.
Combinado por mi recuerdo,
la distancia se hace eterna,
pensando cuando volveré a verte.
Una llamada... ¡eres tú!,
pasan las semanas y solo queda en mi vida
... tu volumen vacío. “
Tu beso en mi mejilla,
ha desplegado sus aromas al viento
y los días se suceden de agrietados suspiros.
Una imagen,
eso eras en la corta distancia que nos separaba,
una sombra entre luces en el horizonte de mis sentimientos.
Me pesa tu nombre.
Combinado por mi recuerdo,
la distancia se hace eterna,
pensando cuando volveré a verte.
Una llamada... ¡eres tú!,
pasan las semanas y solo queda en mi vida
... tu volumen vacío. “