5 feb 2009

¡MALDITA DEPRESION ! (6Oct.08)

Hoy cumplo mi primer mes de casada y debía ser un día perfecto, pero la que hoy os escribe, dejando aparte su alegría personal, lo hace en medio de la pena y el desconcierto tras una llamada a media tarde del viernes. Pena, porque él es jóven, buena gente, marido, padre, persona. Desconcierto por la manera, por el momento... apenas ha sido padre.
Confundido, cansado, dolido, ¿incomprendido tal vez ?, sólo... ¿por qué?, ¿cómo pudo pasar?, ¿por qué lo creyó mejor?, ¿era realmente lo que quería hacer?.
Las especulaciones se disparan y nadie sabe, aunque muchos creen saber. “Estaba de nuevo con depresión”, “sus hermanos, el mismo problema”, “iba a separarse”. Ninguno sabemos pero todo el mundo hablaba.
. . . COMA . . .
Ella allí pegada a su lado y él en coma y sin muchas posibilidades de volver a ser quien era, sin apenas posibilidades siquiera de volver, (aunque muchas veces los médicos se equivocan).
La angustia, la incredulidad y la esperanza se juntan en la sala. Lágrimas y lágrimas.
“¿Nadie estaba?”, “¿tú notaste que estaba raro?”, “¿hablásteis?”, “ultimamente salía solo”,”tuvo que dolerle, por Dios” , “ni el bebé pudo evitarlo”...
Nadie pudo. Nadie estaba lo bastante pegado, nadie estaba lo bastante atento, nadie lo comprendía lo suficiente, nadie podía estar todo el tiempo, o tal vez, nadie se dió cuenta que esta vez era distinto.
La esperanza existe, a veces sucede. A veces necesitamos mucha fé y a veces pasa un pequeño milagro que hace que nuestro mundo siga caminando, o que volvamos a creer en mañana. El problema es, como dijo Rochefocauld , que la esperanza y el miedo son inseparables, y la mente se dispara “¿Se irá con el hermano que ya no está?”.
Y ¿por qué, por qué, por qué, por qué?. Y dolor, dolor, dolor, dolor.
La esperanza existe, y los milagros y la fé y puede que hasta Dios... Pero yo, que no tengo claro lo de los milagros, ni lo de la fé... ni lo de la falta de fé... no dejo de pensar que Dios ha sido demasiado cruel, porque, con alguna pirueta suya, pudo evitar que en ese instante el arpón de pesca estuviera a mano, pudo encasquillarse, pudo hacer que le entrara el sueño, o pudo marearlo y que se cayera redondo al suelo... o pudo, sencillamente, hacer que en vez de sentirse solo y cansado de su cabeza, sintiera, incluso amargamente... que quería estar solo y se fuera a pescar.
¡¡ Maldita sea !!.
¡¡ MALDITA ENFERMEDAD !!

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